jueves, 17 de julio de 2008

Caminando por Buenos Aires.

Me gusta caminar, ya sea con mi señora o solo, mirar las fachadas de los edificios, los árboles, los escaparates, dejar volar la imaginación o charlar de bueyes perdidos, vagando por esas veredas de Buenos Aires que tienen un "no se que" que las hacen únicas e inconfundibles.

Hoy me voy a referir a uno de esos "no se que" o se podría decir con mayor exactitud a uno de esos "si se que", son de forma y tamaños variados, texturas y colores múltiples, aroma inconfundible y mejor que uno no los pise; si..... me estoy refiriendo a las deposiciones de los perros que abundan y no sólo en las veredas, sino también en las calles. Ellas son las culpables que uno no pueda caminar de la forma antes detallada, por el contrario hay que estar muy atento, estudiar detenidamente donde posar el pie para evitar percances desgraciados, lo obliga a adoptar una postura encorvada, siempre cabizbajo, mirando el suelo, el diálogo se limita a: "cuidado hay uno a la derecha" o "fíjate que esas hojas esconden debajo elementos sospechosos" y cosas por el estilo. Y la situación se agrava ya que a lo sólido se le suma lo líquido, que chorrea por paredes y árboles y se derrama por las veredas, linda carrera de obstáculos en la que siempre se pierde.

No es gracioso, no hace mucho salvamos a una pareja de no videntes de no embadurnarse los pies con una inmundicia tal que uno sintió verguenza ajena. Que falta de respeto, de solidaridad, la de los propietarios de estas mascotas, no piensan en los chicos, en los discapacitados, en la salud de los demás, aunque sea por egoísmo tendrían que considerar la de los suyos al menos.

Se pueden escribir páginas sobre el tema, pero así como se alcanzo la prohibición de fumar en lugares públicos, se tendría que solucionar este problema de los excrementos caninos, que ofrece una imagen pésima de la ciudad ante los ojos de los que la visitan y que habla tan mal de nosotros que la habitamos.

Carlos Vicente Ruá
17 de julio de 2008

miércoles, 2 de julio de 2008

Asfaltando Carlos Calvo.

Están recapando el asfalto de Carlos Calvo entre Castro y José Mármol, cada vez son más las capas agregadas sobre el "viejo y noble empedrado", a simple vista se aprecia que el centro de la calle está más elevado que la vereda y que muchos de los pisos de las viviendas, con lo cual al llover el agua buscando su nivel inunda las veredas y además impide el correcto desagote de los desagües caseros con lo cual, fenómeno de la hidráulica, se inundan también las casas, algo que no ocurría cuando estaba nada más que el "viejo y noble empedrado" colocado cuando las cosas en nuestro querido Buenos Aires se hacían bien.

El elevar indiscriminadamente el nivel de las calles es, entre otras muchas cosas, lo que ocasiona las frecuentes inundaciones que padecemos los porteños cuando en vez de "tres caen cuatro gotas desde el cielo".

Carlos Vicente Ruá
02 de julio de 2008